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Escribir es una de las formas más poderosas de expresar la realidad que nos rodea. Como escritora, creo firmemente que las historias no solo deben entretener, sino también provocar reflexión y conciencia sobre los problemas sociales que enfrentamos. En un mundo cada vez más complejo, los libros pueden ser herramientas de cambio, capaces de iluminar realidades incómodas, ofrecer nuevas perspectivas y desafiar el status quo.

Pero, ¿cómo podemos plasmar estos problemas sociales en nuestras narrativas de manera efectiva? A continuación, compartiré algunas ideas clave que he aprendido en mi proceso creativo.

problemas sociales

1. Conoce a fondo los problemas sociales que quieres abordar

El primer paso es investigar profundamente el tema social que deseas incluir en tu obra. No basta con tener una noción general, es crucial comprender las causas, las consecuencias y los matices del problema. Ya sea el cambio climático, la desigualdad de género, el racismo o la crisis migratoria, es vital que tu conocimiento sobre el tema sea sólido. Lee estudios, entrevistas, escucha las voces de quienes lo viven en carne propia. Solo así lograrás evitar los estereotipos y ofrecer una representación auténtica.

Por ejemplo, en una de mis novelas, Un Jarabe para Hugo quería hablar sobre el acoso escolar o bullying que sufre un joven en su colegio por ser diferente. Para ello, pasé mucho tiempo leyendo, hablando con personas y además, como docente, he podido ver el problema de primera mano. Este proceso me permitió crear personajes y tramas que reflejaran de manera fiel y veraz esta problemática.

2. Crea personajes que vivan los problemas sociales

Los personajes son el vehículo perfecto para transmitir los problemas sociales. En lugar de predicar o adoctrinar a tus lectores, permite que sean los propios personajes quienes muestren cómo los problemas afectan su vida diaria. A través de sus experiencias, sus miedos, sus luchas y sus decisiones, podrás dar una visión humana y cercana del conflicto social que deseas tratar.

Uno de los errores más comunes al tratar estos temas es caer en personajes planos o unidimensionales. Los problemas sociales rara vez son blanco y negro, y lo mismo debe suceder con tus personajes. Permite que tengan contradicciones, dudas y momentos de debilidad. Eso los hará reales, y su lucha resonará con más fuerza en el lector.

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3. Usa el contexto de la trama para reflejar la problemática

El entorno en el que se desarrolla la historia también puede ser una poderosa herramienta para reflejar problemas sociales. No solo se trata de mencionar el tema, sino de hacer que la realidad que vives influya en cada elemento de la historia. ¿Cómo afectan estos problemas el lugar en el que transcurren los hechos? ¿Qué papel juegan las instituciones o las normas sociales en la trama?

Piensa en cómo el entorno puede amplificar el conflicto y aportar mayor profundidad. Si tu historia aborda la crisis de los refugiados, quizás el contexto no solo incluya las travesías por el Mediterráneo, sino también los desafíos de la integración en Europa: la burocracia, el racismo cotidiano, la lucha por la supervivencia en sociedades que no están preparadas para acoger a los que llegan.

4. Evita sermonear

Uno de los mayores desafíos a la hora de tratar problemas sociales en la literatura es no caer en el sermón o la moralina. Es tentador querer decirle al lector qué es lo correcto o cómo debería actuar, pero la narrativa pierde su poder cuando se convierte en un discurso directo. La clave está en permitir que la historia hable por sí misma, que los lectores lleguen a sus propias conclusiones a través de lo que los personajes viven y sienten.

Confía en la inteligencia de tu lector. Ofrece preguntas, no respuestas. Deja que la complejidad de la situación sea visible y que cada lector saque sus propias conclusiones. Al fin y al cabo, una buena historia invita a la reflexión, no impone un juicio.

5. La importancia del equilibrio: la historia por encima de todo

Si bien es cierto que abordar temas sociales puede ser el motor de una historia, no debemos olvidar que, al final, lo que realmente atrae a los lectores es una buena trama. No sacrifiques la narrativa por el mensaje. Encuentra un equilibrio donde ambos elementos se complementen. La historia debe ser lo suficientemente atractiva como para que, incluso aquellos que no estén especialmente interesados en el tema, se sientan enganchados.

Al final, el objetivo es que tu libro sea leído, no solo por quienes ya están concienciados sobre el problema que tratas, sino por un público más amplio. Cuanto más accesible y envolvente sea tu historia, mayor será su impacto.

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Reflexión final

Plasmar problemas sociales en un libro no es tarea sencilla, pero es uno de los mayores regalos que una escritora puede hacer al mundo. Nos permite visibilizar realidades que a veces pasan desapercibidas, dar voz a quienes no la tienen y generar empatía en un mundo que, en ocasiones, parece desconectado de los sufrimientos ajenos.

Al escribir sobre estos temas, no solo creamos historias, sino que abrimos un diálogo con nuestros lectores, un espacio de reflexión que puede llevar a cambios, pequeños o grandes, en la forma en la que entendemos y enfrentamos los problemas de nuestra sociedad.

Escribir es, en sí mismo, un acto de resistencia y compromiso. Así que, si tienes algo que decir sobre el mundo que te rodea, no dudes en hacerlo. La literatura tiene el poder de cambiar vidas. Y, quién sabe, quizás también de cambiar el mundo.

Julia Cortés Palma

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