¡Hola! Hoy vengo a hablaros de pequeños poemas que suelo publicar en mis redes sociales cuando me inspiro. Como ya comentaba en posts anteriores, me inspiro prácticamente con cualquier cosa y, cuando surge algo de mi mente, me gusta plasmarlo. Hoy os traigo algunos ejemplos de esta inspiración, pero, si queréis leer más, os recomiendo que me sigáis en mis redes sociales.
INFIDELIDAD TEXTUAL
Lo sabía porque lo lo había probado. Los días acumulándose uno tras otro como capas de polvo acartonando los muebles, haciéndolos viejos de pronto. Todo monótono, ninguna descarga de adrenalina, ni una mariposa en el estómago que le hiciera cosquillas. La tonelada de melancolía aletargaba, entumecía y en parte aliviaba el dolor que sin duda sentía. En el fondo siempre supo que aquello no era vida o al menos no la que ella quería.
Soñó desde la infancia con un amor pasional dotado de complicidad intelectual y grandes dosis de lascivia. Por eso lo entendió enseguida. Le pedía muy poco, solo una pizca de eso que rezumaba por sus poros y estallaba a cañonazos cuando sonreía.
Un beso cada día, pero no uno real, no; solo una señal, un guiño que seguro él detectaría como en un extenso trigal una margarita.
Y tácitamente aceptó, la vida es juego y ellos lo sabían.
ESE CONSTRUCTO LLAMADO TIEMPO
Nunca oculté mis años,
es más, presumo de ellos;
ahora sé un poco más
soy consciente de mi universo.
Mi mundo vuelve a expandirse
un nuevo big bang me lleva lejos;
allí donde siempre soñé,
el lugar donde me esperan mis sueños.
Todo está conectado
mi mente vibra en alta frecuencia,
atraigo lo que deseo,
me alejo de gente vieja.
Me da igual lo que diga el carnet,
lo que piensen los que cuentan con los dedos.
Si no ven más allá
ellos son los realmente viejos.
El tiempo es relativo,
no tiene medida cierta;
unos viven muertos,
otros llegan vivos al final de su existencia.
PEQUEÑOS POEMAS: SIN TÍTUTLO
Qué culpa tengo yo
por ver la vida siempre de color;
aún cuando estuve con gente gris
busqué la forma de ser feliz.
Qué culpa tengo
por tener siempre ganas
de comerme al mundo
con tenedor o cuchara.
Qué culpa tienen mis ojos
por mirar con asombro,
descubrir mundos nuevos
donde otros sólo ven lo de siempre.
Qué culpa tiene mi cuerpo
si yo no le dejo
que se pare en un sillón
y se haga viejo.
Estos son algunos ejemplos de pequeños poemas y reflexiones que se me ocurren de vez en cuando. Siempre recomiendo que cuando llegue la inspiración, debemos plasmarlo en cualquier sitio, para que quede para siempre, porque la belleza no debe olvidarse.
Sin otro particular, me despido una semana más y os espero la semana que viene.