El pasado 23 de abril, las calles de Barcelona volvieron a llenarse de libros, rosas y miles de personas celebrando el Día de Sant Jordi. Como cada año, fue una jornada mágica para los que amamos la literatura. Y como autora, no puedo dejar de reflexionar sobre lo mucho que estas ferias del libro significan para quienes vivimos de escribir.
Más allá del bullicio y las flores, Sant Jordi es una de las mayores plataformas de difusión para el trabajo de los escritores. Es un día en que la cultura se vuelve visible, tangible y profundamente humana.

Sant Jordi. Una jornada para conectar: lectores, libros y autores
Estar presente en una feria del libro como Sant Jordi en Barcelona es una experiencia transformadora. Este año tuve la suerte de firmar ejemplares, conversar con lectoras y lectores que ya conocían mi obra y también con quienes la descubrían por primera vez.
Ese contacto directo es algo que no se puede reemplazar. Escuchar de viva voz qué emoción provocó un personaje, o ver cómo alguien se lleva tu libro con ilusión, es un tipo de retroalimentación que no llega por redes sociales ni estadísticas web.

La importancia de las ferias del libro en la difusión literaria
Sant Jordi demuestra, una vez más, que las ferias del libro siguen siendo un motor clave para dar visibilidad a los autores, especialmente a quienes autopublicamos o formamos parte de editoriales independientes.
Durante la jornada:
- Se genera un fuerte impulso en las ventas.
- Aumenta el interés por nuestras obras en medios y redes sociales.
- Se abren oportunidades de colaboración con librerías, editoriales o incluso clubes de lectura.
- Nuestras historias comienzan a viajar de mano en mano, más allá del stand.
Más que una firma: una comunidad
Lo más hermoso de estos encuentros es sentir que no escribimos en soledad. Que del otro lado hay personas reales, curiosas, emocionadas, que hacen que cada página cobre vida.
Y no solo es importante para los autores: las ferias como Sant Jordi fortalecen el tejido cultural de una ciudad. Fomentan la lectura, impulsan el comercio local y convierten la literatura en un acto colectivo.

En resumen
Volver de Sant Jordi con la mochila llena de anécdotas, sonrisas y libros firmados me recuerda por qué empecé a escribir. Y por qué quiero seguir haciéndolo.
A quienes se acercaron a saludarme, a quienes compraron mis libros, a quienes simplemente pasearon entre letras: gracias de corazón. Ustedes hacen que todo esto tenga sentido.
Nos seguimos leyendo.
Nos seguimos encontrando entre páginas.